La candidata de oposición compartió en una entrevista su incomodidad por haber utilizado un traje sastre en el primer debate por el puesto presidencial, admitiendo que lo hizo bajo la presión de sugerencias que recibió.
Según sus propias palabras, «la gente no te quiere de huipil, porque una presidenta no puede traer huipil». Sin embargo, dejó en claro que para el segundo debate será fiel a sí misma, haciendo alusión a su identidad cultural al afirmar que «si una mujer con huipil no le gusta a los mexicanos, pues lo lamento».
Tras dichos argumentos dijo que está dispuesta a «mandar cosas al carajo» en el debate próximo sugiere un cambio en su estrategia y una actitud desafiante frente a las presiones externas.