Los Bravos de Ciudad Juárez salieron de Monterrey con un punto tras acabar enfrascados a ceros con los Tigres de la Autónoma de Nuevo León en un partido muy raspado, muy golpeado y hasta con recordatorio a la mamá.

Tírale Pedradas al Rancho

Con un cielo nocturno y una sultana con vientos poblanos César Arturo Ramos Palazuelos hacía sonar el silbato para que arrancaran las hostilidades. 

Corrían cinco minutos de partido y en la cancha no pasaba nada. Resaltaba más la nariz de Hernán Cristante que sangraba por razones desconocidas. Fernando Gorriarán ya recortaba por el extremo de la derecha reburujando a la defensa fronteriza. A los siete, Luis Quiñones hacía lo propio por su banda pero Bravos regresaba bien y sofocaba el peligro. 

A los diez corridos el Chaka pegaba el primer zapatazo en la que alguna vez fuera su casa pero salía más desviado que flecha rota. No perdían el orden sin embargo y regresaban a armarse en defensa sin mucho problema: bien marcado el 4-4-2. 

Llegábamos al 20 y la cosa era como echarle agua al fuego. Los de amarillo buscaban amplitud por lo más recóndito de la cancha pero los color espejo no se les separaban en su marca pegajosa. Por otro lado, los fronterizos no se desesperaban en el último tercio pero terminaban por topar de frente con la zaga felina. Había que conformarse con balones parados. 

Corría la primera media hora de juego y Bravos no dejaba hacer nada a los universitarios. El último de los intentos vio a Andre-Pierre Gignac tocar la pelota con Gorriarán. Su intento de cruce quedó en la mano derecha del hijo pródigo de La Barca Jalisco Alfredo Talavera. Poco podía hacer el francés que estaba más incómodo que asiento de avión. 

Con diez para el medio tiempo Diego Reyes quiso buscar el arco ante la falta de espacio y no logró más que ponerla por encima del arco. Tigres se venía encima para cerrar la primera mitad. Quedaban cinco y Tigres volvía a fallar por conducto de una volea machucada de Guido Pizarro que ya perdía los marcajes. 

El ex del Marsella tuvo su primera chance de la primera parte con un cabezazo que pegó en el palo y ahogó el grito de gol en el graderío. Minuto más tarde el mundo estaba encima para Juárez que ya le apedreaban el rancho y se volvía a salvar por obra del travesaño.

Felinos y caballos se iban al descanso sin anotaciones gracias a la pintura blanca. 

Saludos a la Mamá

Arrancábamos la parte complementaria y tanto Cristante como Marco Antonio Ruíz veían pasar los primeros minutos de pie. El primero ya sin tapones en la nariz. 

Faltaba poquito para llegara al 50 y el Chaka fue el primero en apuntar al arco rival pero para desconsuelo de la visita, la de gajos pasó por encima de la portería. El colombiano Quiñones regresaba el gesto al 56 con un remate resbalado dentro del área. 

Quince minutos más tarde la tónica del asunto no cambiaba: Tigres iba encima de los fronterizos y Juárez se aferraba a sus contragolpes con buena defensa. Minutos después Jordan Sierra regala la número cinco en tercio defensivo y le concedía una de gol a Gignac que la volaba con rumbo a la Facultad de Ingeniería. 

Al 70 el rancho volvía arder y Bravos no respondía. Quiñones se metió con el balón a la red, sin embargo, le levantaron la bandera para el fuera de lugar. Super Dueñas se encontró de cara al marco con la más peligrosa para Bravos en los botines. Para desgracia suya, el esférico golpeó en la humanidad de Nahuel Guzmán. 

Quedaba un cuarto de hora por jugar y la balanza se nivelaba en medio del trámite de partido pasmado,  pero el marcador no se movía

Al 80 la táctica fija mandaba para atrás a Tigres y le daba una chance a los de blanco con cada pelota parada. Fuera de la cancha, los de casa quemaban los últimos cartuchos con la entrada de Raymundo Fulgencio y Juan Pablo Vigón; de algo se iba a morir el Chima. 

Pese a los pocos minutos en el reloj, los comandados por el ex portero seguían en los suyo: no regalarle nada a la localía y aguantar. En ataque, cabe señalar ya no había mucha variante ni mucho orden; todos para arriba y que sea lo que dios quiera. 

El tiempo de compensación fue puro empuje con dos equipos que ya no sabían que hacer en el terreno de juego. El estratega de Juárez explotó al 91 y se fue expulsado regalando malas razones y recordatorios a la mamá para todos lados. 

En un destello de partido normal, Talavera le robó el gol a Fulgencio con las yemas de los dedos y la beneficencia del poste horizontal. 

Para fortuna del respetable, el culichi Licenciado en Comunicación pitó el final al 97 y el salomónico empate quedó firmado.