Por primera ocasión en sus más de siete décadas de reinado, Isabel II no recibirá en el palacio de Buckingham al siguiente primer ministro británico, sino que el sucesor de Boris Johnson viajará el próximo martes a su residencia escocesa de Balmoral para ser designado formalmente jefe de Gobierno.

Con 96 años, Isabel II sufre problemas de movilidad que le han obligado a minimizar sus apariciones públicas en los últimos meses y a cancelar en el último momento algunos actos programados.

Hasta ahora estaba previsto que la monarca estuviera en Londres el martes para reunirse primero con Johnson, que le comunicará su dimisión, y poco después con el ganador de las primarias del Partido Conservador -la ministra de Exteriores, Liz Trus, o bien el extitular de Economía Rishi Sunak-, que será anunciado el lunes y heredará el despacho de Downing Street.

Un portavoz de la reina comunicó este miércoles, sin embargo, que tanto el primer ministro saliente como su sucesor deberán desplazarse más de 600 kilómetros hasta el castillo de Balmoral, donde Isabel II suele residir entre agosto y octubre.

Problemas de salud

La soberana británica pudo celebrar este año en Londres el Jubileo de Platino, la ocasión solemne que conmemoró sus 70 años en el trono con desfiles y celebraciones a lo largo de Reino Unido.

Con todo, este año ha aparecido en pocos actos públicos y cedió por primera vez a su primogénito, el príncipe Carlos, de 73 años, la responsabilidad de ofrecer el discurso de apertura del curso de sesiones parlamentarias en el palacio de Westminster.

En octubre del año pasado, la reina estuvo una noche ingresada en el hospital por motivos que no han trascendido y mantuvo descanso durante semanas y a principios de año contrajo COVID-19, que en sus propias palabras la dejó “exhausta”.

Esos problemas de salud y su avanzada edad le han llevado a tomar una decisión de la que el último precedente se remonta a hace 114 años.

Entonces, Eduardo VII rechazó cancelar sus vacaciones en Biarritz, en el sur de Francia, para designar como primer ministro al liberal Herbert Asquith, que tuvo que viajar al país vecino y mantener una audiencia con el rey en su habitación de hotel.