EN PLENA FORMA TRAS LA OPERACIÓN
Esta visita ha servido también al pontífice para reencontrarse con las multitudes de fieles y subirse al papamóvil para estar entre ellos, algo que no hacía desde que comenzó la pandemia, cuando se suspendieron sus viajes apostólicos y audiencias generales en la plaza de San Pedro.
Las horas subido al vehículo de pie son un gran esfuerzo para el pontífice argentino, que sufre de dolorosas ciáticas, pero que siempre ha disfrutado de estar entre la gente.
Aunque uno de los discursos al clero de Hungría prefirió pronunciarlo sentado, “porque ya no tengo 15 años” comentó, el resto los ha hecho en pie, a pesar de tener la posibilidad de sentarse, como hizo durante el encuentro con los jóvenes o en su visita al barrio gitano de Lunik IX en Kosice.
Solo en un par de ocasiones, antes de la reunión con el primer ministro, Viktor Orban, y en el palacio presidencial eslovaco utilizó un pequeño coche eléctrico para no caminar demasiado.
En Eslovaquia, donde la situación sanitaria no es buena, con ciudades en zona roja y naranja, se registraron varias reuniones multitudinarias con el papa. En un primer momento sólo se permitió el acceso a los actos a las personas vacunadas, pero finalmente se abrió a los no vacunados con la necesidad de presentar una prueba negativa al coronavirus, ya que no se habían registrados muchos fieles.
Los organizadores explicaron a Efe que en las últimas horas la zona ha pasado a color naranja en el riesgo pandémico y que se redujeron los espacios concedidos a los no vacunados. En un primer momento iban a ser sólo 1.000 personas pero se llegó a un acuerdo para que pudieran asistir a la misa 3.000 fieles.
LLAMAMIENTO A LA SOLIDARIDAD
Los llamamientos a la solidaridad tanto debido a la situación económica por la pandemia como la acogida a los más necesitados han sido continúas en este viaje a dos países europeos que se caracterizan por su cierre a la migración.
En su último acto en Eslovaquia, Francisco invitó a los católicos a ser solidarios con quienes tienen necesidades en la homilía de la misa en el santuario de Sastin.
En este lugar de peregrinación para los católicos eslovacos que además hoy celebraron a su patrona, la Virgen de los Dolores, el papa instó a los católicos a ser “signos de contradicción” en el mundo y “tejedores de diálogo allí donde las posiciones se endurecen”.
Ante el santuario mariano, pidió a los fieles “hacer resplandecer la vida fraterna allí donde a menudo en la sociedad hay división y hostilidad, que difundan el buen perfume de la acogida y de la solidaridad allí donde los egoísmos personales y colectivos predominan con frecuencia, que protegen y cuidan la vida donde reinan lógicas de muerte”.
E invitó a los católicos a “la compasión” con “el que está herido, el que sufre y el que está obligado a cargar cruces pesadas sobre sus hombros”.
Una fe que no se queda en lo abstracto, sino que penetra en la carne y nos hace solidarios con quien pasa necesidad”, agregó el papa.
El arzobispo de Bratislava, Stanislav Zvolenský, en su saludo de despedida al pontífice remarcó: “Gracias santidad, por habernos recordado que hay nos tenemos que ocupar de los pobres, que no podemos ignorar los que se han quedado atrás y necesitan nuestro ayuda”.