Agencias
Cerca de 4 mil hondureños migrantes fueron deportados por México y Estados Unidos en enero pasado, 302 de ellos este lunes, informó el Instituto Nacional de Migración del país centroamericano.
Este lunes llegaron al municipio de Omoa, departamento caribeño de Cortés, 240 hondureños, en seis autobuses desde el Villa hermosa, en el estado mexicano de Tabasco, indicó la institución estatal en un comunicado de prensa.
Los 240 hondureños, entre ellos 222 hombres y 18 mujeres, ingresaron al país por el sector de Corinto, punto fronterizo con Guatemala, donde las autoridades migratorias les “hicieron el chequeo pertinente” junto a la Secretaría de Salud, añadió.
“Todos los retornados de México trajeron su prueba PCR-COVID-19 con resultados negativos”, subrayó el Instituto Nacional de Migración.
Las autoridades hondureñas también practicaron diagnósticos y los resultados fueron negativos, indicó la entidad, que precisó.
Entre los retornados desde México figuran dos hondureños que tenían orden de captura internacional emitida por la Policía Internacional (INTERPOL) por los delitos de asesinato y evasión en perjuicio de la Administración Pública, por lo que fueron remitidos a la autoridad competente.
El Instituto Nacional de Migración señaló que otros 59 hombres y tres mujeres hondureños fueron deportados hoy también desde Estados Unidos.
Los hondureños retornaron al aeropuerto internacional Toncontín de Tegucigalpa, la capital, en un avión desde la ciudad de Alexandria (Virginia), añadió.
Según el Instituto Nacional de Migración, las autoridades mexicanas y estadounidense han deportado a 3 mil 897 hondureños indocumentados entre el 1 y 28 de enero pasado.
Más de 350 traficantes de personas, conocidos como “coyotes“, han sido capturados en el país entre 2017 y 2020, de acuerdo a cifras oficiales.
Algunos de los traficantes de personas formaban parte de las caravanas de migrantes centroamericanos que han intentado llegar desde 2018 a Estados Unidos, según la Policía hondureña.
Los migrantes que intentan salir en caravana, una modalidad que se ha venido dando desde octubre de 2018, aducen que abandonan su país por la falta de empleo y la violencia, flagelos que se han agudizado por la crisis causada por la pandemia del coronavirus y los efectos de los huracanes Eta e Iota, que azotaron Centroamérica en noviembre pasado.