Sheinbaum comenzó su discurso recordando cómo, a lo largo de la historia, las mujeres han sido sistemáticamente anuladas y olvidadas. «Nos contaron desde niñas una versión de la historia que solo nos hacía creer que los hombres eran los protagonistas», afirmó. Sin embargo, aseguró que esta visión ha comenzado a revertirse. «Hoy sabemos que las mujeres han participado en las grandes luchas de la historia de México desde diferentes trincheras», añadió, subrayando que las mujeres pueden y deben ocupar todos los espacios, incluido el de presidenta.
La presidenta hizo una «respetuosa invitación» a nombrar a las mujeres con «A» al final, como una forma de reconocer su existencia y su valor en la sociedad. «Lo que no se nombra, no existe», enfatizó, haciendo eco de la necesidad de visibilizar a las mujeres en todos los ámbitos.
Durante su emotivo discurso, Sheinbaum reconoció no solo a las figuras históricas, sino también a las «heroínas anónimas» que han luchado en el hogar, en las calles y en sus lugares de trabajo. «Hoy llegan nuestras madres, hermanas, amigas e hijas; llegan todas ellas que soñaron con la posibilidad de que, algún día, no importara si naciéramos siendo mujeres o hombres», expresó, reafirmando su compromiso con la igualdad de género.
Con la mirada puesta en el futuro, Sheinbaum declaró, «Llegan con nosotras nuestros más grandes sueños y anhelos, y junto a esto, el pueblo de México, hombres y mujeres empoderados». Aseguró que su gobierno será para todos y todas, y que pondrá su conocimiento y fuerza al servicio del pueblo.
«Consolidaremos juntas y juntos un México más próspero, libre, democrático, soberano y justo», afirmó, antes de cerrar con un mensaje claro, «No los voy a defraudar. ¡Viva la Cuarta Transformación! ¡Viva México!».