Ocho años después de que Donald Trump sobrevivió a un nutrido grupo de candidatos presidenciales republicanos con su estilo pugilístico y a veces vulgar, la antigua estrella de reality shows lo ha hecho de nuevo.

El expresidente es ahora el último candidato republicano en pie y se prepara para ser el nominado del partido por tercera vez, superando a todos los demás aspirantes ahora que Nikki Haley anunció su retiro de la campaña el miércoles. Trump arrasó un camino con más de una decena de contendientes, muchos de los cuales tenían altos perfiles, al rehusarse a aparecer con ellos en debates y, en cambio, atacando a los más fuertes en su propia red social y en concurridos mítines donde habló ininterrumpidamente durante horas.

Trump conservó el apoyo de muchos de los primeros republicanos en votar que lo veían como un funcionario en ejercicio, que creían que se le negó injustamente la Casa Blanca hace cuatro años basándose en falsas teorías de fraude electoral y que fue injustamente perseguido por fiscales federales y estatales.

Otros votantes, escépticos de su conducta personal o de sus problemas jurídicos, apoyaron sus ideas políticas y pensaron que sería el mejor preparado para derrotar al presidente demócrata Joe Biden en noviembre. El líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, que ha criticado ferozmente la conducta personal de Trump desde hace tiempo, lo apoyó el miércoles. “Una porción de ellos decidió que quería que terminara el trabajo que comenzó en 2016”, dijo Roy Bailey, un donante de Texas que apoyó al gobernador de Florida Ron DeSantis en la contienda por la Casa Blanca de 2024.

“Una porción de ellos son la base que nunca lo dejó. Una porción de ellos son personas que regresaron a él como resultado del uso del gobierno de Biden como arma en su contra porque saben de manera innata que eso está mal”, dijo. “Y esto muestra lo resiliente y popular que sigue siendo”.

Muchos votantes han repetido las afirmaciones de Trump de que está siendo atacado en los tribunales por sus enemigos políticos. Sus rivales por la nominación defendieron a Trump de las acusaciones en su contra pues no deseaban recibir contraataques de sus entusiastas partidarios.

Trump se promovió a su manera. Publicó peroratas e insultos en su red social. Realizó grandes mítines donde hizo bromas, vilipendió a sus rivales y enemigos, leyó la letra de una oscura canción, “The Snake”, para advertir sobre la inmigración y mencionó los problemas de la nación mientras se oía una canción instrumental que los partidarios de la teoría de conspiración QAnon reclamaron como su himno.

Atrajo grandes multitudes a sus eventos de campaña de Iowa, Nueva Hampshire, Carolina del Sur y otros estados. Se ha presentado ante multitudes que lo ovacionan engalanadas con gorras, botones, calcetines y otras prendas con la frase “Hagamos grande a Estados Unidos otra vez”, así como camisetas con su fotografía de prontuario cuando se entregó a las autoridades, acusado de haber conspirado ilegalmente para invalidar la elección en Georgia. Miles de asistentes suelen quedarse fuera por falta de capacidad en las sedes.

Sus rivales republicanos no solo no igualaron ese nivel de entusiasmo, sino que parecieron seguir el camino de 2016, cuando los otros candidatos se abstuvieron de responder a sus ataques o solo lo enfrentaron directamente cuando ya era demasiado tarde. Con Trump claramente en vías de convertirse en el nominado republicano, y con Biden en la misma situación por el lado demócrata, parece que la nación se dirige a una revancha de 2020.