Israel lanzó este fin de semana panfletos en la parte norte de la Franja de Gaza, controlada por el grupo islamista palestino Hamas, advirtiendo a los residentes que quedan allí que se marchen al sur o serán considerados terroristas.
Los papeles llevan el escudo de las Fuerzas Armadas israelíes y en ellos se lee, en letras en rojo, «Aviso Urgente», según pudo constatar EFE.
«A los residentes de la Franja de Gaza, su presencia en el norte del valle de Gaza pone sus vidas en peligro. Cualquiera que opte por no salir del norte de la Franja de Gaza en dirección al sur puede ser identificado como colaborador de una organización terrorista», indica el aviso.
Esto se produce en un momento en que las Fuerzas Armadas israelíes se centran en acelerar el ritmo de ataques «contra decenas de objetivos terroristas» y milicianos palestinos de alto rango, dijo este domingo un portavoz militar israelí.
Israel lleva bombardeando el enclave palestino desde el pasado 7 de octubre, cuando Hamás inició un ataque contra suelo israelí que dejó más de 1,400 muertos y más de 200 secuestrados (unos 250, según el grupo islamista, 210 dice el Ejército israelí).
Hasta el momento, los ataques aéreos de Israel han ocasionado 4,651 fallecidos y más de 14,200 heridos en Gaza.
Lo cierto es que, pese al aviso de Israel de que la gente se desplace hacia el sur de Gaza, no hay sitio seguro en toda la Franja, ya que también en esa parte del enclave la aviación israelí está golpeando mercados, panaderías y viviendas, entre otros.
En la ciudad de Gaza, en el norte de la Franja, Ahmad, uno de sus residentes, contó a EFE que hay gente que se fue del norte hacia el sur, pero que allí tampoco hay «servicios, ni agua, ni comida».
Dentro de esta localidad, explicó que hay vecinos que deambulan de una casa a otra, de un refugio a otro, «porque no hay comida».
Pese a la escasez de todo, puede encontrarse un poco de fruta y verdura, pero que «la gente está preocupada por la falta de combustible» y «por cómo matan a la gente», detalló.
«Las tiendas están cerradas, no hay gente que trabaje -enumeró-, no hay agua, no hay combustible en las gasolineras».
«Intento traer agua cada día, cada día voy a buscar, pero no hay mucho qué hacer», lamentó este hombre, quien añadió que en la zona no hay electricidad desde «hace una semana o diez días».
Ahmad se quejó de que «Israel está cometiendo masacres todos los días en Gaza» y de que no se haya alcanzado ningún tipo de tregua, ya que, indicó, las principales víctimas en Gaza están siendo los civiles, y no Hamás.
La Franja se ha convertido en una trampa letal de la que es imposible salir, donde el 70% de la población está desplazada y la mitad de sus viviendas están total o parcialmente destruidas por los bombardeos israelíes tras 16 días de guerra entre Israel y Hamás, afirmó hoy la Oficina de Prensa del Gobierno de Gaza.
Esto implica el desplazamiento interno de al menos 1.4 millones de personas entre los 2.3 millones de habitantes de Gaza.
En torno a la mitad están refugiados en 217 centros de acogida y el resto han sido acogidos en casas de familiares, amigos o conocidos, añadió el portavoz del Ejecutivo de la Franja, Salama Maarouf.
De los 4,651 palestinos fallecidos desde el pasado 7 de octubre, al menos 1,873 son menores, 1,023 son mujeres y 187 ancianos; y otros 14,245 han resultado heridos.
Además, 31 mezquitas han resultado destruidas y tres iglesias dañadas, después de que en los últimos tres días hubiera una intensificación de los bombardeos aéreos sobre el enclave.
Unas 164,000 viviendas «han sido dañadas parcial o completamente» y 5,635 edificios residenciales quedaron «totalmente demolidos». También han sufrido daños y está destruidas 67 sedes gubernamentales, además de decenas de instalaciones y servicios públicos que componen la frágil infraestructura civil del lugar, según datos del Gobierno gazatí.
A esto se añaden 176 escuelas «que sufrieron daños, 30 de las cuales están fuera de servicio» debido a los ataques.
Las Fuerzas Armadas israelíes atacaron en los últimos días más de 15 «áreas vitales con presencia de civiles», entre ellos los que «hacían cola», donde hubo «decenas de muertos y cientos de heridos», remarcó Maarouf.