Agencias

Desde que tomó la titularidad con los Patriots, en la temporada 2002, jamás había comenzado una campaña con un récord de 3-5, hasta ahora, cuando los 45 años son más evidentes y un huracán golpea su vida personal.

El mariscal de campo no fue capaz de evitar la derrota de los Buccaneers en casa 27-22 ante los Ravens, la tercera consecutiva, en lo que ya puede considerarse una crisis. El buen arranque de Tampa Bay sólo fue un espejismo.

La ofensiva de los Buccaneers comenzó bien y mostró un ritmo inédito esta campaña, sin embargo, la serie de 75 yardas coronada con un acarreo de Fournette y el posterior gol de campo con el que los locales le dieron la vuelta a los tres puntos iniciales de Baltimore, sólo fueron un espejismo.

Más allá de irse al descanso abajo en el marcador, los Ravens se mostraron dominantes en los últimos dos cuartos.

El coach Harbaugh apeló a su esencia y movió el balón por tierra. Tampa Bay se vio incapaz de frenar la carrera al permitir 231 yardas, un despropósito para un equipo que quiere llevarse una victoria.

Baltimore aprovechó su dominio para poner puntos y darle la vuelta al marcador, con un pase de Lamar Jackson a su corredor Kenyan Drake y posteriormente al encontrar a Isaiah Likely en la zona prometida, con una gran jugada.

En urgencia, los Buccaneers buscaron acercarse con dos goles de campo de Succop, pero cada intento encontró la respuesta de Baltimore.

Un acarreo de Devin Duvernay terminó con las aspiraciones de Brady y compañía, que todavía lo intentaron con un touchdown agónico de Julio Jones, pero ya era demasiado tarde.