El viaje del papa Francisco a Canadá, del 24 al 29 de julio, será una ocasión para que la Iglesia pida perdón por los errores del pasado, esta vez tras las torturas y abusos que sufrieron los indígenas del país en los internados católicos durante los procesos de asimilación forzada en los siglos XIX y XX.
“Todo esto ha suscitado en mi indignación y vergüenza”, dijo Francisco al recibir el pasado mayo en el Vaticano a representantes de los indígenas canadienses, cuando quiso pedir “perdón a Dios” por “el deplorable comportamiento de hombres de la Iglesia”.
Francisco anunció entonces que visitaría Canadá en el que denominó “un viaje penitencial”, como habían pedido los pueblos originarios para que el papa pidiese perdón personalmente en los territorios donde se cometieron las vejaciones y abusos durante décadas: un genocidio cultural como determinó la Comisión de la Verdad y Reconciliación.
Aunque los representantes indígenas que visitaron el Vaticano se mostraron conmovidos por las palabras de Francisco, en general las poblaciones originarias esperan mucho más que una frase de perdón en esta visita.
En declaraciones a medios canadienses, Phil Fontaine, exjefe nacional de la Asamblea de las Primeras Naciones, afirmó que Francisco “deberá ampliar sus disculpas por lo sucedido en los internados cuando visite Canadá la próxima semana” y que el perdón “no es el final de la historia, solo el comienzo”.
“Todavía tenemos mucho trabajo por hacer para sanar el pasado y lograr una verdadera reconciliación. Nosotros mismos tenemos que perdonar. De lo contrario, la historia nunca termina”, dijo Fontaine.
Francisco en Roma “no abordó cómo las escuelas residenciales dirigidas por católicos impactaron negativamente a generaciones de pueblos indígenas a través del abuso espiritual, emocional, físico y sexual y tampoco articuló ningún plan formal sobre cómo la Iglesia Católica intentaría caminar por el camino de la reconciliación”, dijo Tiffany Dionne Prete, de la Universidad de Lethbridge, en el portal divulgativo The Conversation,
“Somos muchos los que esperamos que la visita del papa traiga una nueva y más sincera disculpa”, agregó esta miembro de los Kainai, que forman parte de la Confederación Blackfoot, al mencionar la necesidad, entre otras, de que la Iglesia afronte el tema de las investigaciones penales a quienes estaban a cargo de las escuelas residenciales, la búsqueda de los cuerpos de los niños enterrados sin un nombre y las indemnizaciones a los indígenas.
En una reciente entrevista al canal Univision, el pontífice aseguró que todos los discursos que ha preparado para su viaje a Canadá “comienzan y terminan” pidiendo perdón.
Y reconoció la “manera cruel” en que la Iglesia Católica colaboró con el gobierno canadiense en la “colonización” y en el “desarraigar a los niños indígenas de sus familias, culturas y espiritualidad”.
El sistema de internados para niños y niñas de los pueblos originarios, los Inuit, Métis y Primeras Naciones, se puso en marcha desde 1883 para asimilar a los habitantes aborígenes a los usos y costumbres de la sociedad.
Por los 139 internados pasaron 150.000 niños arrancados a sus familia hasta 1996, cuando cerró la Gordon’s Residential School de Punnichy. Los niños no podían hablar su idioma y eran obligados a aprender oficios humildes en unas condiciones insalubres que provocaron numerosas muertes por enfermedades como la tuberculosis.
El año pasado se produjo el impactante hallazgo de los restos de cerca doscientos niños, alumnos del Kamloops Indian Residential School, en la provincia de Columbia Británica. Se cree que más de 3.000 están enterrados sin ninguna identificación en fosas comunes, muchas de ellas aún por descubrir.
El mismo proceso se vivió en América Latina cuando los últimos pontífices durante sus viajes pidieron perdón a los indígenas.
En 1992, san Juan Pablo II en su visita a República Dominicana reconoció “los abusos cometidos debido a la falta de amor de aquellas personas que no supieron ver en los indígenas a hermanos e hijos del mismo Padre Dios” y pidió que perdonasen “a todos aquellos que durante estos quinientos años han sido causa de dolor y sufrimiento para sus antepasados”
Benedicto XVI reconoció de regreso de su visita a Brasil que “el recuerdo de un pasado glorioso no puede ignorar las sombras que acompañaron la obra de evangelización del continente latinoamericano”.
Y en Bolivia, en 2015, Francisco afirmó: “Se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios” y pidió perdón por ello, al igual que en 2016 en San Cristobal de las Casas (México), donde delante de las poblaciones indígenas también pidió disculpas por el maltrato.