Agencias
Fumio Kishida fue investido como nuevo primer ministro de Japón tras vencer en las primarias del partido gobernante, y conformó un Gobierno continuista con el que tratará de revalidar su poder en las elecciones generales previstas a fin de mes.
Kishida sucede a Yoshihide Suga, quien apenas estuvo un año en el cargo antes de renunciar a la reelección debido a su crisis de popularidad y, según se desprende de sus primeras palabras y gestos en el cargo, apostará por la estabilidad en todas las áreas de la política nacional aunque con retoques económicos en mente a medio plazo.
El nuevo primer ministro nipón, de 64 años y el número 100 en la historia del Japón democrático, tendrá como máximas prioridades mantener la pandemia a raya y mitigar su impacto económico, y contará con menos de un mes para ganarse el apoyo de los japoneses para los comicios generales que se celebrarán el día 31.
La pandemia, principal prioridad
La tarea más urgente del nuevo Ejecutivo será evitar un nuevo repunte el virus en Japón, un país que este mismo lunes registró sus menores cifras de contagios diarios (menos de un millar) desde hace meses y tras haber sufrido a mediados agosto su peor momento en la pandemia, con más de 25 mil casos diarios.
El Gobierno tratará de mantener esta tendencia conforme se relajan progresivamente las restricciones anticontagios, que siguen vigentes en las principales regiones niponas pese al levantamiento de la emergencia sanitaria la semana pasada y que afectan principalmente a negocios como bares y restaurantes, aparte del cierre casi total de fronteras, vigente desde hace más de un año.
“Buscaremos la recuperación de las actividades económicas y de la vida ordinaria”, dijo Kishida en su primera rueda de prensa tras ser investido, en la que también se comprometió a seguir avanzando en la vacunación, con casi 61 por ciento de la población inoculada con la pauta completa, y a reforzar el sistema médico.
Kishida, quien haba prometido anteriormente que sacaría adelante un cuantioso paquete económico para garantizar la recuperación pospandemia de seguir en el Gobierno, también afirmó que a más corto plazo continuará ofreciendo ayudas a los negocios y particulares más afectados por las restricciones.
Retoques económicos a medio plazo
El líder del partido conservador nipón anunció asimismo que entre sus prioridades políticas a medio y largo plazo está “lograr un nuevo capitalismo” basado en “lograr un círculo de crecimiento económico y en una mejor distribución de la riqueza”.
Para lograrlo, conformará una comisión para estudiar políticas “cuyo objetivo será una nueva visión socioeconómica de la era poscovid” basada en pilares como las energías renovables, la inteligencia artificial y otras tecnologías avanzadas.
Al ser preguntado por los medios sobre posibles medidas concretas contempladas, mencionó políticas fiscales favorables para empresas que suban salarios en lugar de dividendos, o incrementar los impuestos para los rangos salariales más altos.
Con todo ello Kishida aspira a introducir ciertos retoques en la estrategia conocida como “Abenomics” puesta en marcha por el ex primer ministro nipón Shinzo Abe desde principios de 2013 y todavía vigente, basada en una amplia inversión pública, flexibilización monetaria y reformas estructurales que aún no se han completado.
De hecho, el flamante primer ministro ha nombrado a un nuevo titular de Finanzas en su gabinete de Gobierno, el cambio más significativo entre otros puestos clave que se mantienen, como el titular de Asuntos Exteriores, Toshimitsu Motegi, o el de Defensa, Nobuo Kishi.
El nuevo encargado de Finanzas es Shunichi Suzuki, quien en 2019 ocupó durante varios meses el puesto de ministro responsable de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, y que sustituye a su cuñado y hasta hora también vice primer ministro, Taro Aso.
Uno de los pesos pesados y figuras más veteranas del partido, Aso ocupaba ambos cargos desde la llegada al poder a finales de 2012 de Abe, y fue uno de los impulsores de “Abenomics”.
Con estos cambios en los rostros visibles de la administración, el Partido Liberal Democrático (PLD) espera recuperar el apoyo de los ciudadanos después de que el Gobierno de Suga viera a su popularidad tocar fondo el pasado verano a raíz sobre todo de su gestión de la pandemia.
Debido a la fragmentación y a la debilidad de la oposición, el partido que ha gobernado el Japón de posguerra de forma casi ininterrumpida tiene prácticamente asegurado volver a ganar en las elecciones del próximo día 31, aunque se jugará mantener o no su amplia mayoría, además del futuro de Kishida como líder.