Agencias
Rizzo conectó un jonrón y sumó dos carreras más para los Yankees; Giancarlo Stanton también estuvo presente en el marcador.
Los Yankees llegaron con su carga de emblemas y blasones. Llegaron con su historia y su peso específico en las Grandes Ligas. Llegaron con ganas de renacer y destrozar.
Y llegaron, sobre todo, con Anthony Rizzo, quien hizo la diferencia en un juego en extremo cerrado. Poco antes de comenzar el encuentro, Rizzo pareció desorientado en medio de tantas caras nuevas, hasta que el manager de Nueva York,
Aaron Boone, le dio unas cuantas indicaciones antes de marcharse a la inicial para capturar unos roletazos.
No imaginaba nadie entonces que, seis entradas más tarde, Rizzo levantaría de sus asientos a la mayoría de los 18,462 aficionados con un cuadrangular que inspiraría la victoria 3-1 sobre los Marlins que, a diferencia de Nueva York, hizo cambios para ganar en el futuro y no en el momento.
Rizzo, quie vino de Chicago en un enorme proceso de desmantelamiento, fue traído precisamente por su potente bate zurdo, uno que debe hacer estragos con esa cerca baja del jardín derecho en el Yankee Stadium y que no tuvo ningún problema para superar la del loanDepot park.
Los Yankees no solo sumaron el bate zurdo de Rizzo sino también el de Joey Gallo para sumarlos a un lineup de fueza con Aaron Judge y Giancarlo Stanton en busca de recortar distancias y llegar a la postemporada con o sobre los Rays de Tampa Bay y los Medias Rojas de Boston.