Agencias
Durant jugó su primer partido como visitante en casa de los Warriors tras su marcha.
El que ahora es su equipo da muestras de ir a más. «Ahora son ellos el equipo a batir». Es lo que decía Draymond Green al final del partido tras medirse a los Nets en el primer partido de Kevin Durant, al que intentó defender con toda la atención del mundo, en la que un día fue su casa.
Los Warriors sabían lo que les venía encima: el equipo que quiere dominar la NBA los próximos años tras juntar en sus filas a tres de los jugadores más talentosos que hemos visto jamás: Harden, Irving y K.D. Hay similitudes, aunque tres campeonatos en cinco años logrados por Golden State son una cosa y la aproximación a ser los Warriors de Kerr es otra. La cancha dicta sentencia.
Como ocurrió cuando Durant llegó a Oakland en 2016, los Nets tiran de sus tres estrellazas y un grupo pequeño de actores secundarios para sacarse a los rivales de encima. El ahora equipo de San Francisco intentó no quedarse muy atrás, pero Brooklyn sacó ventajas de casi todo y la victoria fue clara.
Irving admitió al terminar que Harden y él ya tienen decidido cómo van a jugar: Irving de escolta y Harden de base. Hasta que vuelvan a cambiar, que se estila mucho en sus personalidades.
En los primeros minutos del encuentro la noticia estuvo en la incomparecencia de DeAndre Jordan, lo que dejó a Durant como pívot, y a los Nets buscando salidas para Joe Harris y con un Bruce Brown que rebañaba todo. La comparsa hacía su trabajo.
Al final del primer cuarto vino el primer tirón y con marca de la casa. Dos triples, uno de Johnson y otro de Green, y una canasta de Durant tras saque de fondo inflaban la diferencia a siete puntos con un movimiento de balón por parte de los Nets que recordaba al de sus contrarios. Lee y Wiggins apagaron el primer fuego, pero los neoyorquinos tienen alma de pirómanos.
A uno contra uno y jugadas de fuerza es difícil ganarles y por ahí volvieron a encaminarse hacia la victoria. Diez de distancia en un periquete y los Warriors tenían que remar. Green, extramotivado, cayó al piso agarrándose la pierna en los minutos finales del segundo cuarto.
No pintaba bien. Lo estaba dando todo ante Durant, al que reclutó para el equipo y al que abroncó enseñándole la puerta de salida. Luego volvió Green a la pista, pero ya demasiado tarde. Esas jugadas antes de que llegara el descanso fueron un alud que cayó encima del equipo local y del que no pudo escapar vivo.
Stephen Curry (27 puntos) intentó mover a sus compañeros de la mejor manera posible, pero dos de errores suyos coincidieron con el momento en el que el rival rompió definitivamente el partido.
Los Nets llegaron a tener +28. Kevin Durant aportó 20 puntos en su regreso. El máximo anotador de los Nets fue Kyrie Irving, con 23. A punto del triple-doble se quedó James Harden, con 19+8+16.
Un trío para ir a por la NBA esta y las siguientes temporadas, un recuerdo que a los Warriors les hace hasta esbozar una leve sonrisa por lo que fue.