Árboles derribados sobre autobuses y autos. Viviendas con los tejados arrancados. Barcos arrastrados hasta la autovía por la marejada. Cientos de miles de personas sin luz.

Los restos del huracán Zeta estaban de vuelta en el Océano Atlántico el viernes, lejos de tierra firme, pero el sur de Estados Unidos seguía recuperándose del potente meteoro que dejó seis fallecidos a su paso.

Los efectos de los vientos de Zeta, que tocó tierra en Cocodrie, Luisiana, y avanzó hacia el noreste, se sintieron desde la costa del Golfo de México hasta el sur de Nueva Jersey. En el punto álgido de los apagones, hasta 2,6 millones de personas se quedaron sin suministro eléctrico en siete estados desde Luisiana a Virginia. Los operarios de las empresas de servicios estaban valorando los daños y reparándolos.

En Luisiana, una de las zonas más afectadas fue Grand Isle, una comunidad en una barrera de islas al sur de Nueva Orleans. El gobernador, John Bel Edwards, calificó los daños allí de “catastróficos” y ordenó que la Guardia Nacional de Luisiana enviara soldados por aire para ayudar en las labores de búsqueda y rescate.

Zeta fue la 27ma tormenta con nombre de una temporada histórica en el Atlántico y estableció un nuevo récord al ser la 11ma que toca tierra en territorio continental estadounidense en un mismo año, muy por encima de los nueve registrados en 1916. Y la pandemia del coronavirus no ha hecho más que complicar las cosas para los evacuados.